He
llegado a la conclusión de que en días lluviosos, con una bajada monumental de
temperaturas (tanto que me obligo a sacar una manta porque de tanto tiritar no podía
dormir) debería hacer una lista, una lista larga, larguísima, de cosas que no debería
hacer…
Simplemente
porque por alguna razón que aun desconozco, tengo un carácter que en ocasiones
puede rozar lo obsesivo…
Lo
se; ahora es cuando os estaréis preguntando que tiene que ver una día de lluvia
con una lista y las obsesiones.
Lo
resumiré con una foto.
Es
guapa verdad???.
Lo
sé; yo de mayor también quiero ser como ella.
Uh.
¿Cómo?.
¿Qué dices?.
¿Que no sabes quien es?.
Vaya;
eso si que no me lo esperaba pero de acuerdo; en lugar de resumirlo en una
foto, lo resumiré en dos palabras. Eso sí, permitidme que lo haga en mayúsculas
por favor.
NIGELLA
LAWSON.
Esta
guapisima mujer es Nigella Lawson y a parte de tener un curriculum increíble es
una chef muy reconocida y ha escrito unos libros geniales.
Pero
bueno, vamos al lío.
El
tema es que estaba lloviendo, hacia frío y con el árbol que tengo en frente de
mi ventana, medio con hojas secas, olía a otoño allí donde metieses la nariz y
se me dio por empezar a pensar en Halloween, Acción de Gracias, Navidad (que obsesión
por la Navidad
que tengo!) y mirando entre las paginas de su libro encontré un plato 100%
otoñal pero claro, a las 6 de la tarde y lloviendo a cantaros no era plan de salir a comprar los ingredientes para el
“Rudolph Pie”.
Una
tortura!. En serio, pase toda la noche sin dormir pensando en Nigella y en su
Rudolph Pie y cuando se lo conté a mi madre esta mañana no me trató de loca
porque la pobre ya me dio por perdida hace mucho tiempo.
Así
pues, monedero en mano, me lleve a mi madre al super y comenzamos la búsqueda
de mi nueva adquisición y de la que no pienso separarme jamás de los jamases.
Worcestershire
Sauce.
Et
voilà!!.
Ya
la tengo en mi poder.
Muaaahahahahahahahahahaaah
(risa malvada).
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